lunes, 23 de noviembre de 2015

TÉCNICAS EXTRA COTIDIANAS

TÉCNICAS EXTRA COTIDIANAS

      Cuando un actor está representando una obra no puede utilizar su cuerpo de la misma forma que en la vida cotidiana. De este modo, si un actor prepara un café encima de un escenario no derrochará la misma energía que en la cocina de su casa. Esto es debido al principio de "estar desmedidamente presente", aunque la acción que se efectúe sea la más mínima.

Este derroche de energía diferenciará para el actor: la vida cotidiana de la extra-cotidiana. Por cotidiana, entendemos todas aquellos efectos físicos que subyacen a esa realidad que todos vivimos, y la que se presta a todos los movimientos que nuestro cuerpo hace a lo largo del día.

      Un actor debe saber utilizar cada parte de su cuerpo para conseguir la total atención del público. Cada movimiento tiene un significado, y al mismo tiempo, este movimiento debe tener un foco de tensión. De este modo, se podrá diferenciar el cuerpo que el actor utiliza en su vida cotidiana y el que plasma en el escenario.



EL TRABAJO DE ACTUACIÓN EN LA REPRESENTACIÓN

Aunque los diferentes enfoques de la actuación difieren en cuanto a la forma de representar las emociones en escena, constatamos que los autores están de acuerdo implícitamente en cuatro tareas principales que debe realizar el actor. Para cada estilo de actuación dramática, el actor debe ante todo crear un modelo interno de la emoción del personaje. Es la primera tarea de la actuación.

Una de las tareas de actuación consiste en el ensayo durante diferentes representaciones de una misma obra de teatro de forma más o menos determinada. Encontramos esta noción en los textos de Grotowski cuando habla de partitura al comparar la actuación con una interpretación musical, y decir que la partitura y la notación también se aplican al teatro. Meyerhold también es muy claro en cuanto a la composición de la forma. La identifica mediante el término ruso amploi, es decir, un modelo característico y estable de comportamiento que pertenece a un tipo específico de personaje.

Según Stanislavski, el actor debería desarrollar, como una segunda naturaleza, las emociones y el comportamiento de su personaje mediante repeticiones cotidianas.


Por lo tanto, en las representaciones profesionales se pueden identificar cuatro tareas de actuación principales, que están implícitamente presentes en diferentes artistas que han creado estilos de actuación dramática:

- Crear un modelo interno de emociones intencionales -deseadas- del personaje.
Representar expresiones emocionales creíbles y convincentes.
Repetir una forma más o menos determinada.
Crear una ilusión de espontaneidad y tener presencia durante la representación.


CARACTERÍSTICAS.

    - Las técnicas cotidianas del cuerpo están en general caracterizadas por el principio del mínimo esfuerzo, es decir, lograr el máximo rendimiento con el mínimo uso de energía. Las técnicas extra-cotidianas se basan, por el contrario, sobre el derroche de energía para un mínimo resultado.
    - Es así que se identifica a las técnicas cotidianas del cuerpo como aquellas que tienden a la comunicación y las extra-cotidianas a las que tienden al asombro. 
    - No se trata de técnicas que otorguen belleza a un cuerpo en escena, ni que desvíen al actor de una poética elegida en una situación de ficción dada, sino que se trata de equipar del cuerpo del actor la “obviedad cotidiana”, para evitar aquello que lo condena a ser un cuerpo que se parece a si mismo, a presentarse y a representarse solo a si mismo.





La actuación cotidiana tiene que ver con actividades relacionadas con lo diario y habitual. Con el resolver, por medio del trabajo físico concreto, las necesidades básicas del ser humano (alimentación, abrigo, reproducción, etc.) Presenta, como bien lo vió Eugenio Barba, un uso determinado de las técnicas corporales que en nuestra sociedad se manifiesta en el hecho de poner en juego el mínimo gasto de energía para la obtención del máximo resultado económico o utilitario. 

Pero, además, tiene que ver con las distintas prescripciones que regulan la emoción ("los hombres no lloran"), el uso del lenguaje ("hablá bien") y los códigos comunicacionales y expresivos que varían según los distintos contextos y circunstancias.

En nuestro tipo de sociedad el espacio cotidiano tiende a estar asociado a un tiempo lineal y acumulativo. La repetición de ciertas acciones y situaciones desembocan por lo general en una atmósfera de rutina, enajenación y cristalización de roles lo que significa actuar poniendo en práctica una gama reducida de personajes y estrategias sociales posibles.

Sintetizando podemos decir que el espacio-tiempo de la actuación cotidiana se relaciona con la conciencia limitada del mundo del ego, con el campo de la personalidad (la máscara social), con las imposiciones de la cultura hegemónica y por aquellas posturas corporales determinadas por los oficios, las profesiones, las modas, la búsqueda de prestigio social.





La actuación extra cotidiana tiene que ver con el hecho de transitar otra medida cultural, otro estado de conciencia y otra corporalidad.
Por lo tanto implica una ruptura con aquello que convencionalmente llamamos lo habitual.
Cuando una persona o grupo humano se instala, por medio de distintas técnicas de conversión energética en el espacio-tiempo extra cotidiano se satisfacen necesidades de otro tipo: expresivas, de liberación, de expansión y energetización.
Se accede a una otra zona. A un territorio transpersonal en donde se palpa el otro lado de la realidad habitual y en el cual el actor teatral, el artista en proceso de gestar, el soñador, el poeta, se vuelven parientes del chamán, del mago y afines.
Se accede al manantial de sentido, a lo genético (en el sentido de generador), a la matriz desde la cual opera la inspiración, la imaginación creadora, las ideas fundantes, los sueños. Se penetra en el sitio en que se conectan lo lúdico, lo teatral, lo ritual, lo festivo antes de su diferenciación histórico y cultural.
Una zona real pero distinta porque tiene otra energía, otros colores, otras vibraciones y sonidos.





FIN.


















jueves, 12 de noviembre de 2015

Federico Fellini

Director de cine italiano (Rímini Italia 1920 Roma 1993). Su infancia, evocada posteriormente en películas como Ocho y medio y Amarcord, en gran parte autobiográficas, transcurrió en su ciudad natal, Rímini, donde estudió en la escuela del asilo San Vincenzo. Sus primeras grandes aficiones, antes de descubrir su pasión por el cine, fueron el dibujo y la caricatura. A los diecisiete años publicó en una revista sus primeras caricaturas, que representaban a los compañeros del campamento de verano de la organización juvenil del Partido Nacional Fascista al que había asistido en el verano de 1936.




A partir del año siguiente colaboró en los semanarios La Domenica del Corriere y el político-satírico florentino 420, en los cuales publicó relatos, viñetas y dibujos, todo ello bajo el seudónimo de Fellas. En 1939, junto con su madre y su hermana, se trasladó a Roma con la intención de cursar estudios de derecho y jurisprudencia en la Universidad de Roma, estudios que nunca terminó.
En Roma adquirió cierta notoriedad, sobre todo entre los lectores más jóvenes, gracias a las viñetas y los cuentos por entregas que publicó en la revista Marco Aurelio. Por aquellas fechas, además, conoció al cómico Aldo Fabrizi, con quien colaboró intensamente en los años siguientes como autor de gags para sus espectáculos de variedades.
En 1940, tras un breve paso por la radio, hizo su primera incursión en el mundo del celuloide al participar, en calidad de guionista, en la película ¡El pirata soy yo!, dirigida por Mario Mattoli. Fue el primero de una larga lista de filmes en los cuales se ocupó de preparar el guión. En 1943 se casó con Giuletta Masina, una joven actriz de teatro. En marzo de 1945, el primer y único hijo del matrimonio murió a las dos semanas de nacer.
Fecha clave para Fellini en su relación con el cine fue 1944, año en que conoció a Roberto Rossellini, uno de los más importantes directores del neorrealismo italiano. Junto a Rossellini, quien se convirtió en su tutor, colaboró como guionista en Roma, ciudad abierta y otras películas suyas.
En 1951 se estrenó como director, primero codirigiendo, junto a Alberto Lattuada, el filme Luces de varieté, y posteriormente en su ópera prima El jeque blanco, basada en una idea de Michelangelo Antonioni. Al año siguiente ganó su primer premio: un León de Plata por Los inútiles en la Mostra de Venecia. En 1954, y en aquel mismo certamen, ganó un León de Plata por su siguiente película, La strada, su primer filme de resonancia internacional y que le reportaría, así mismo, su primer Oscar; protagonizada por su esposa, esta realización inicia la transición del director desde el neorrealismo hacia un cine más personal, de marcado tono autobiográfico y repleto de elementos fantásticos.
Sus siguientes películas recibieron toda clase de premios internacionales, como la Palma de Oro en el Festival de Cannes por La dolce vita, con la cual obtuvo un importante éxito comercial y supuso el inicio de su colaboración con el actor Marcello Mastroianni, que se convertiría en habitual a partir de entonces. Ocho y medio (1963) marca claramente el comienzo de la segunda etapa del cine felliniano, de exuberante fantasía y barroquismo y con un humor de rasgos surrealistas.
Giulietta de los espíritus (1965) originó cierta polémica, que se repetiría en otras películas, por el impúdico erotismo que la atraviesa y por la ironía con que se trata a sí mismo y a la sociedad italiana, especialmente la Iglesia. Películas como Roma o Y la nave va marcan la posterior producción de este cineasta, dueño de un universo muy personal y de un estilo extremadamente libre. En 1993, poco antes de su muerte, recibió su quinto Oscar al conjunto de su carrera en una conmovedora ceremonia en la que estuvo flanqueado por Sofia Loren y Marcello Mastroianni, sus dos más célebres actores, y su esposa, Giulietta Masina.

Filmografías



Película autorreferencial. Película brillante. Película fantástica. Cómo olvidar el baile de la Saraghina o el reunión de actores en un acto circense al final de la película.

























Gelsomina y Zampanó: una pareja extraña pero encantadora que viajan en una moto presentando un número circense trillado. Cómo olvidar los ojos de Gelsomina y el llanto de Zampanó en el mar.























Marcelo anda en Roma en busca de noticias y algo más. Inolvidables sus escenas: el Cristo volando en la ciudad de Roma. El baño en la fuente. La fiesta en el castillo real. El monstruo de la playa.




















Cabalga entre película y documental, pero es más que eso. Es la mirada de Fellini sobre la ciudad que lo recibió de joven y en la que se formó como director de cine. Inolvidables escenas: la entrada a la ciudad de Roma en la autopista, la cena en la plaza, la visita a los burdeles, el desfile de moda para el Papa y, desde luego, la despedida final en moto a los monumentos históricos.
















En Casanova no sólo está reflejada toda la base dogmática de las películas de Fellini posteriores a Ocho y medio, si no que se erige en el más claro paradigma de las mismas.


















Cuenta la historia de algunos personajes que viven en la ficticia ciudad de Borgo, basada en la ciudad de Rímini, ciudad natal de Federico Fellini, durante el período de la Italia fascista en la década de 1930.

Con la apariencia inicial de la típica película costumbrista italiana, adquiere pronto una dimensión de ironía, farsa y esperpento.


El título del filme (a marcord) quiere decir literalmente "yo me acuerdo" (o "me acuerdo de", "recuerdo") en el dialecto propio de Emilia-Romaña, la región italiana donde está situada Rímini.